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Wrapping Up The Final Weeks

As I wrap up the final weeks of my Bridge Year experience, the realization is starting to sink in that I have very little time left. That once far-away day in May when I would take the flight back home is now a fast-approaching reality. After spending seven months here, I’m soon going to have to say goodbye to Costa Rica and all the amazing people I’ve met.

I’m excited to be reunited with my friends and family in the US, but there’s also a part of me that really wishes I had more time here. Part of me feels like I’m just not ready to leave quite yet. But if there’s one thing that’s certain, it’s that the person I am today is not the same person I was when I got here. And recently, I find myself reflecting a lot on how I’ve changed since August.

My experience here has totally altered my view on languages. Unlike some of the other students in the program, I didn’t grow up speaking any other language besides English with family or friends. I did take Spanish classes in high school, but my experience with foreign languages was only limited to those 45-minute windows, and that’s it. Something I’ve learned here is that there’s a big difference between learning vocabulary, reading articles, and those types of things in Spanish class–and actually using the language to communicate and forge deep bonds in real-life contexts with real people. I always had the idea in my head that it would be cool to be fluent in Spanish or some other foreign language one day, but before coming here, I had no idea just how amazing and enriching it felt. Learning a new language gives you the power to connect with so many new people who may come from entirely different countries, cultures, and backgrounds than yourself. Although I’ve still got a long way to go in my Spanish journey, I’m hooked on the idea of continuing to study and practice new languages for the rest of my life, to explore as many places, people, and cultures as possible.

I’ve also had quite a lot of personal growth over the past months. Before coming to Costa Rica, I feel like I spent most of my life in a little bubble, focusing mostly on school and not really pushing myself to experience new things. And after having never spent more than a week away from my family, I went a couple thousand miles away with people I didn’t know, to live with a family I didn’t know, to a place that didn’t share my language or culture, for nine months. Learning how to adapt and even thrive so far out of my old comfort zone has taught me so many invaluable things about life and about myself. And I can say for certain that I’ll be going back home as a much more mature, confident version of myself, ready to tackle the next chapter of my life.

Perhaps the most important thing I’ll take away from this gap year is the relationships I’ve made along the way. My biggest fear beforehand was that it would be almost impossible to make friends, but as I near the end of my experience, I’ve made so many incredible connections that I will have with me for the rest of my life, and I’m already excited about getting to come back and see everyone again in the future.

I feel incredibly lucky to have been able to have such a rich, transformative experience here. Being able to actually get out there and see the world, to live in a different culture and practice a different language, is something that very few people my age have the opportunity to do. And although I’ll soon be leaving, all of the things I’ve learned, all of the ways I’ve grown, and all of the friends I’ve made, will be present in my life forever.

 

Reflexionando sobre las últimas semanas

A medida que avanzan las últimas semanas de mi experiencia de Gap Year, empiezo a darme cuenta de que me queda muy poco tiempo…Ese día lejano de mayo en el que tomaría el vuelo de vuelta a casa es ahora una realidad que se acerca rápidamente. Después de pasar siete meses aquí, pronto tendré que decir adiós a Costa Rica y a todas las personas increíbles que he conocido.

Me emociona reencontrarme con mis amigos y mi familia en Estados Unidos, pero también hay una parte de mí que desearía pasar más tiempo aquí. Una parte de mí siente que aún no estoy preparado para despedirme. Pero si hay algo seguro, es que la persona que era cuándo llegué, hoy no es la misma. Y últimamente me encuentro reflexionando mucho sobre cómo he crecido desde agosto.

Mi experiencia aquí ha cambiado totalmente mi visión de los idiomas. A diferencia de otros estudiantes del programa, yo no crecí hablando otro idioma que no fuera inglés con mi familia o mis amigos. Tomé clases de español en el colegio, pero mi experiencia con las lenguas extranjeras se limitaba a esos 45 minutos, nada más. Algo que he aprendido aquí es que hay una gran diferencia entre aprender vocabulario, leer artículos y ese tipo de cosas de clase de español, y utilizar realmente el idioma para comunicarse y forjar vínculos profundos en contextos de la vida real con gente real. Siempre tuve la idea de que algún día sería genial hablar español o alguna otra lengua extranjera con fluidez, pero antes de venir aquí, no tenía ni idea de lo increíble y enriquecedor que era. Aprender un nuevo idioma te da la posibilidad de conectar con mucha gente nueva que puede venir de países, culturas y orígenes totalmente diferentes a los tuyos. Aunque todavía me queda un largo camino por recorrer en mi viaje por el español, me siento leal a la idea de seguir estudiando y practicando nuevos idiomas por el resto de mi vida, para explorar tantos lugares, personas y culturas como sea posible.

También he pasado por un gran crecimiento personal en los últimos meses. Antes de venir a Costa Rica, me sentía como si hubiera pasado la mayor parte de mi vida en una pequeña burbuja, centrándome sobre todo en los estudios y sin esforzarme realmente por experimentar cosas nuevas. Y después de no haber pasado más de una semana lejos de mi familia, me fui a un par de miles de kilómetros de distancia con gente que no conocía, a vivir con una familia que no conocía, a un lugar que no compartía mi idioma ni mi cultura, durante nueve meses. Aprender a adaptarme e incluso a prosperar tan lejos de mi antigua zona de confort me ha enseñado muchas cosas valiosísimas sobre la vida y sobre mí mismo. Y puedo asegurar que volveré a casa como una versión mucho más madura y sintiéndome más seguro que nunca, listo para afrontar el siguiente capítulo de mi vida.

Quizá lo más importante que me llevo de este año sabático son las amistades que he hecho por el camino. Mi mayor temor era no poder hacer amigos fácilmente, pero a medida que me acerco al final de mi experiencia, he hecho tantas conexiones increíbles que me acompañarán el resto de mi vida, y ya estoy deseando volver y ver a todo el mundo de nuevo en el futuro.

Me siento increíblemente afortunado de haber podido vivir aquí una experiencia tan enriquecedora y transformadora. Poder salir y ver el mundo, vivir en una cultura diferente y practicar otro idioma, es algo que muy poca gente de mi edad tiene la oportunidad de hacer. Y aunque pronto me marcharé, todas las cosas que he aprendido, todas las formas en que he crecido y todos los amigos que he hecho, estarán presentes en mi vida para siempre.

 

—Zach

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